miércoles, 7 de enero de 2015

Tus piernas de helado y whisky.

Vivo demasiado libre.
Como si hubiesemos dejado de escuchar
canciones de rock que hablan de estar solo,
o como si no nos recordásemos
que lo estamos durante todo el día.

Con esas canciones
con las que solíamos follar a oscuras
deshojándonos y deshojando
la historia
que algún día escribirán para nosotros.

Sigo siendo un inútil en esto
de echarte de menos,
porque me gusta saborear sangre en las encías.

No puedes recordar
aquello que hiciste con los ojos cerrados,
pero sí puedes recuperar las sensaciones
que te rompieron en tres.

Y mi lengua te recuerda.

Saboreando tus piernas de helado
y siendo un suicida
intentando deshidratarme lamiéndolas.

Sabían a imposible,
estaban amuralladas
y eran infranqueables.

Siempre quise
volver a volver.

Ahora,
se me han clavado con mil algujas
cerca de las papilas gustativas.

Y mis dientes
rechinan.

Como cuando dejo pasar
un whisky de 12 años por la garganta.

Siempre quisé escribir
un poema
de amor
hacia tus piernas
de helado y whisky.

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