martes, 30 de diciembre de 2014

cincuentaycinco poemas para ti.

Ojalá estuvieras viéndome construir,
en este momento.
Ojalá puedas verme edificado,
algun día.
Ojalá veas mis ruinas y quieras acariciarme.
Ojalá vuelvas.
Ojalá vuelvas a irte cuando vuelvas,
y vuelvas a volver
para no irte.
Ojalá intentes demolerme
y dolerme.
Y sientas la necesidad
de tener a alguien como yo
donde dormir cuando quieras soñar.
Y yo soy muy de mirarte mientras sueñas despierta.
Y mientras no duermes.
Ojalá leas todos y cada uno
de los cincuentaycinco poemas de chocolate que te he escrito,
para que te manches la boca
de tremendas y bonitas mentiras,
y para que te manches las manos
de mí.

Y todo por la culpa
del magma que recubre tu piel
cuando quieres llorar
y no lloras.

lunes, 29 de diciembre de 2014

La chica de la caja torácica de música.

Solamente coincidíamos en una cosa:
Yo estaba mudándome
a otra piel.
-en realidad
estaba arrancándomela a mordiscos esperándote,
donde esperan los que desesperan.-
Y tú,
tenías frío con sabor a muerte y  buscabas una sábana humana.

Habría tocado el piano
                                     de tus costillas,
con tal de haber sentido tus huesos,
y haberte acariciado el caparazón.
Pero por rabia,
huí hacia ningun-lado.
Como hormiga desorientada.

Tenías una caja torácica,
de música.
Que reproducía en estéreo
los mejores éxitos de corazones rotos.
Que si la acariciabas
como si tuvieses ganas de acabar lijado, hacía aparecer una bailarina.
Que no bailaba.
Que se sentaba en unas escaleras
y se hacía trenzas de dolor,
esperándote,
donde esperan los que desesperan,
a que volvieses
                           a ser quien eras
en un principio:
Un precipicio donde vivir
cuando decía querer el suicidio.

sábado, 27 de diciembre de 2014

Vuelve.

Sé que no vas llorarme encima nunca más, pero yo tampoco voy a volver a dedicarte un poema. Que es practicamente el mismo dolor.

Lágrima por poema y nos quedaremos incomprendidos.

Me has dejado;
la camisa manchada,
un mordisco en el cuello,
dolor de cabeza
               y una vida menos.
Y las ganas de ensuciarme las manos con tu cuerpo de tinta.

Te has dejado;
un plan de huída y
una maleta llena de mentiras y nervios. También un gato blanco y triste
que no responde.

También te has dejado,
una botella de Four Roses.
La guardaré.
Para cuando vuelvas.
                        A buscar lo que te dejaste.
                        A buscarme.
Para cuando quieras bañarte hasta florecer este invierno.

Me he dado un abrazo 
que no tranquiliza
y regalado
un ramo de tulipanes.
A mí mismo.
Y tengo miedo de lo que la soledad me provoca.

Ojo por ojo y los cuervos serán felices.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Bandas sonoras.

Casi 21 de diciembre de 1978, el otoño acababa y con él se arrastraban las hojas, la ganas de salir al bosque a buscar la pocas flores que amenazaban quedarse -incluso después de ser pisadas por la ira del frío- y las ganas de follar encima de ellas.

Tenía que ir a buscarte a la estación. Volvías de tu viaje de 5 días para no querer volver que -no había funcionado-.Y eso hice, cogí el Cadillac de mi padre y puse la radio. Sonaba Vivaldi con las cuatro estaciones y yo mientras tarareaba una de Led Zeppelin porque era el único vinilo que no había roto después de irte, y lo había escuchado durante todo el tiempo que estuviste lejos.

Cuando llegué tuve que esperar un par de horas, siempre llegas tarde -incluso llegaste tarde a mi vida- Te disculpaste cientos de veces. No fue muy duro perdonarte ya que llevabas un vestido corto y una coleta con un lazito azul que coincidía con el día que hacía.

Para que vamos a engañarnos, quería conservar los lazos que nos unían, pero quería romperlos para verte por dentro. Y después para verte desnuda. Y hoy era el día para hacerlo.

Llegamos a casa, y antes de subir a la habitación el vestido corto se llenó de violentas arrugas y el lazito azul cayó al suelo como la última hoja del otoño.
De fondo, no sonaba Nessun Dorma, pero en tu garganta una ópera cantada por una soprano me hizo olvidar a Pavarotti. Los lazos que nos unían se volvieron peligrosos, se tensaban, y se notaba fisicamente por la fuerza con la que se pegaba mi piel con tu vacío.
Mañana empezaría el invierno.
No había nevado aún, pero ya habías hecho de mí un helado derretido en verano.

martes, 23 de diciembre de 2014

Piña y café.

Mi yo interior insignificante relleno.
Mi yo exterior sarcófago vacío.

Hago café para dos,
todas las mañanas,
y siempre hay una taza
que se enfría.
                       Esperándote.

Me ensucio la camisa
de moca ardiendo,
de egoismo ajeno
y de ''no estás''.

Me calmo a mí mismo,
mientras me ahogo,
por tener la corbata sangrando,
y el corazón mal anudado.

Vuelvo a la cama,
para comprobar que no has vuelto.
Duermo todo el día y
me despierto de madrugada.

Estampo una piña contra la pared y
mordisqueo los pequeños trozos
que me recuerdan
                               como estoy por dentro.

Vuelvo a hacer café
todas las noches,
y siempre hay una taza
que no va a provocar insomnio.

Vuelvo a enterrarme
entre sábanas.
Para no dormir.
Para esperarte.
Por si una noche
quieres venir a por piña y café.

sábado, 20 de diciembre de 2014

Poema mojado.

Estoy con un de brazos cruzados sentimental, que no me cabe en la vida.  
Con el corazón empalmado
                    y una corazonada en la polla.
Saboreando pensamientos de abejas y leyendo mientras se moja el libro
                    y mientras las letras
                    llegan al orgasmo y se corren.

Cuando los demás se meten en sus
camas deshabitadas o bailan mojándose,
quiero verte.
Siempre que llueve quiero verte.
Y hoy hace una tormenta estupenda
para salir a buscarte.

A veces yo soy la lluvia y lloro.
Y no pararé de llorar hasta que os resbaléis. Pero vosotros sois de esos hijos de puta sin clase que desprecian los charcos pasándolos de puntillas.

Siempre que llueve y me asomo a la ventana y quiero ser gota
y lanzarme,
me dices que no quieres limpiar vísceras del suelo.
Pero,
si no quieres limpiar vísceras del suelo
no dejes que me tire.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Cuando te fuiste.

Una botella de champange
un barco
y una pecera
con un pez que se ahoga
que te olvidaste
                          cuando
                                     te fuiste.

Una espina clavada
en la retina del gato
que te olvidaste
                          cuando
                                     te fuiste.

Una caja de bombones,
                sin bombones,
y una boca llena
de estupideces con chocolate.
Que te olvidaste
                           cuando
                                       te fuiste.

El champange desparramado
por la alfombra,
justo donde solía ir
a llevar flores rojas.
Y a llorar.
               Por la muerte de tus límites.

Te has dejado la piel,
en mis encías
y ahora te escuece
la huida.

Te has olvidado el caparazón.
Como quien se olvida
lo que todo el mundo olvida.

Ahora tengo ojeras blancas de mimo
y necesito deshacer la parte de tu cama
donde provocabas luces psicódelicas
cuando dormías.

Me olvidaste aquí          
                              cuando te fuiste.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Maneras de sufrir.

Un tren del siglo diecinueve
va por las vías
                         de respiración.
Sufre un descarrilamiento
y me ahogo.

Un insecto con alas de triángulo
se posa en mi carne.
Aterrizando
                    como un elefante.
Y me apolilla la piel.

Una chica con pecas
me mira la boca.
A través
              de los párpados.
Y me rompo en mil pedazos.

Una tarde con cielo vintage
quiere llover sobre ti
                                    y hacerte océano.
Pero te bebo hasta las nubes
y te quedas árida.

Un sótano sin muebles,
quiere encerrarme
                                  en una herida
sin salida ni cremallera.
Y acabo siendo una vulgar postilla.

Escrito en Zainit-Aak.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Te odio por mi culpa.

Me empezaste a llorar
encima
y sin parar.
Como una orquesta
en una calle de Nueva Orleans.
Yo era una esponja absorbiendo cada gota.
Y cada gota me sabía a jazz.
A blues negro.
A fox trot descolorido.
Y sobre todo,
cada lágrima,
sabía a bailarina de ballet enamorada del rock,
con un tutú rosa y
sus bragas con una calavera.

Ahora estoy colgado
                                      de una rama
que es un tendedero de ropa mojada.
Una rama
que tiende a romperse.
Con una cuerda de espinas
como collar.
Terminaré muerto pero
seco.
Con un sabor debajo de la lengua
a ballet roto
y rosa.

Te odio por mi culpa,

porque el odio
cuando se quiere a alguien
es como un ataque de abejas
que pellizcan en las costillas                                                    y hacen telas de miel,
o te traducen el cuerpo al braille.

Escrito en Zainit-Aak.

La noche de la vagina a pilas y los animales vivos y muertos.

Estoy cansado
y quiero una ducha de sangre
                                    verde y templada.
Oigo la voz de un negro que                  canta
jazz de los ochenta.
Y pienso que yo estaré muerto cuando llegue
a los ochenta.
                                                        Me reflejo en el cristal,
                                                        en el que apoyo la cabeza.
Se me ha dormido el culo.


Todo esto me ha hecho pensar
que los porros siguen siendo más llevaderos
que los viajes en autobús.
                                            
Me follo a una vagina a pilas
                                               todas las noches,
pero esta noche,
los pelos sintéticos                                                de la vagina a pilas,
están duros,                                                           por el semen
                                                                              de ayer.

Podría lavar con agua y alcohol
                                                                              la vagina de plástico a pilas,
y luego sacarla a la calle
a que la seque la luna,
pero que pensarán los vecinos
viendo en el balcón
una vagina a pilas
de material sintético
y plástico ecológico.
                                                                                    Y que le pasaría a mi polla
                                                                                     al tocar el alcohol.

Prefiero salir a buscarte                                                  desnudo
después de ducharme con las ratas.
Después de comer una pata de pollo crudo                                  y vivo.
Y después de meter al gato
                                             en la cama
                                                                del perro que desayuné
antes de ayer.


Escrito en Koiræ.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Lo que soy y lo que podrías ser tú.

Soy el que tiene el cuadro de ''el beso'' en su habitación,
el que se pone los calcetines de pie,
el que tiene una barriga cervezera mental.
Soy el que besa
con un cuchillo entre los dientes.
Y muerde con miedo a ser mordido.
Muerde con amor y con odio.

[Yo tampoco me reconozco.]

Intenté ahorcarme en tu cuello,
y me desenredaste de un soplido.

He considerado que fueses mi hogar y
dormir en tus clavículas.
Despertarme llorando para regarte los tulipanes azules que murieron en ti.
Pero decidí
autocolumpiarme.
empujado por el viento que algun día salió de mis pulmones.

Voy a jugar a la rayuela con la muerte.
A ver quién hereda el infierno
que hay en tu garganta.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Cada uno en su lugar.

Acabo de llegar y no sé dónde estoy.
Alguien, me ha dicho que ''bienvenido''.
¿Bienvenido a dónde?
Todo está vacío, nada me late en el pecho, asique supongo que alguien me ha arrancado las vísceras. Lo único que no está hueco es la habitación de dónde proceden los recuerdos que no consigo eliminar. Mejor dicho ''El único que no he olvidado'' al llegar aquí:
Recuerdo que era verano y no la había visto desnuda. Ni me había enamorado de momento de sus miedos. Asique decidí convencerla de que se sacase una radiografía.
Me enamoré hasta de sus huesos en ese mismo instante.
Ahora estoy en el precipicio de este sitio desconocido, y tengo miedo. Como miedo he tenido toda mi vida porque sigo siendo un desconocido.
He vuelto a mirar dentro de mi. Y sigo totalmente inerte. Solamente espero que alguien me devuelva lo que es mío. O al menos que me devuelvan la lengua. Creo que se la ha comido el gato. El hijo de puta se está relamiendo. Con esa lengua di mi primer beso y comí el clítoris de A. Y sabía a verso atragantado. Yo, sin lengua y solo, o eso creo. Todo está vacío. Nadie me espera. Aquí me quedo. En mi lugar.


Escrito en Nüoshöm-Wull.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Lo que llevo dentro.

Saco el viejo encorvado que llevo dentro,
que huele a licor y no se afeita,
al que le suenan todos los huesos.
Y se empalma y deja de estarlo.
Cuando he terminado de evolucionar,
y me arrugo,
entro en un bar de putas y orujo.
Y cucarachas.
Y hamburguesas con queso.
Para mirar como mira
un viejo con poca vida.
Con ganas de atragantarse con las imágenes,
que capta con ojos de papel de polaroid,
y papel charol en los párpados.
Para ver en todos los colores,
y todo lo que le quedaba por ver.
Él en la barra del bar de putas,
bebiendo orujo de cucaracha,
Mirando las colillas y el vómito del suelo.


Escrito en Nörground.

martes, 18 de noviembre de 2014

Volar pegados es follar.

Vivo en mi universo,
Donde playas desérticas y
cielos subterráneos me mantienen bajo cero. Donde miras por la ventana y solo ves Venecia y amor en forma de gotas.
Gotas que hacen el acto.
La escena teatral de follar como el mar.
Como el mar es capaz de gemir encima de un volcan.
Y vuela.
Y volar.
Porque volar pegados es follar.
Y follar es quemarse las manos cuando tocas los miedos de ese alguien.
Igual que los cuervos vuelan sobre ciegos que bailan al son de un órgano desafinado.


Escrito en Luxcersen.

martes, 11 de noviembre de 2014

Te como el otoño.

Eres la canción de Sabina que llorará en todas las almas cuando me muera.
Tus párpados son como alas transparentes
de música de piano.
O un tango en mi pupila
tras haberte perdido.
Eres el verso de Bécquer por el que el mundo se morderá la lengua.
Te como el otoño y se te caen las hojas.
Ha estado lloviendo hoy en tus ojos y me he mojado hasta los huesos.
Y ahora estoy encharcado.
Eres el Henry Chinaski con vagina.
Empiezas el día llenando tu estómago de mariposas y tragando saliva.
Acabo mudándome a tus dedos.
Acabas escupiéndome
en los ojos.

Escrito en Luxcersen.

martes, 4 de noviembre de 2014

Re menor.

Acabar mudándote a un desierto.
Seguir violando este mundo
y no volarme lo sesos.
No sé huir, soy inexperto.
Vuelvo a casa con la sonrisa sucia,
después de haber roto lo que quiero.
Hiero,
lloro,
mis gritos son cordófonos,
tus cuerdas vocales
mi mejor instrumento.
La lengua de mi boca
el Bach que acabó ciego.

Escrito en Zainit-Aak.

domingo, 2 de noviembre de 2014

El viejo Paris en tu garganta.

Lágrimas verdes afloran.
Tulipanes azules brotan.
Y todos mueren en tus desiertos.
Y reviven en tu oasis.
Y deshojan tus pestañas mis versos.
Y te componen.
Y cuándo tú no estás
La mariposa encerrada en aquel cristal
me aporta algo de libertad.
Y cuándo vuelves, se cuela en el estómago por la boca y me clava un alfiler.
En la lengua.
Que me impide gritarte que te he dibujado mil veces con el viejo Paris en la garganta.

Escrito en Zainit-Aak.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Destinos.

Las historias que me cuentan
ya no tienen ni ritmo.
Escupo hacia arriba buscando un camino,
Y acabo tropezando con mis estupideces.
O mis verbos.
Salgo de casa en dirección a ningun-lado,
y acabo metiendome en las fauces de cualquiera
que quiera morder.
Excitada, me extirpas
el corazón,
dirección hacerme dulce daño.
Y hurgas con el dedo
en las cicatrices,
y yo te lo permito.
Tienes derecho a reabrir
lo que cerraste.
Pero no me hagas perderme
en tus noches.

Escrito en Zainit-Aak.

Sólo somos porcelana.

El día de safari por tus desiertos,
nunca dejaré de recordar.
De recordarte.
Pero cuando cojo esa arena que está ardiendo de frío,
se me escapa de las manos y no despierto.
Me he muerto en vida para estar en tus manos.
Resucito
Por y para ti,
(Y para tu coño de bocado minimalista.)
Vuelvo a romper
Y vuelvo a morir,
la porcelana que nos protege
no nos salva de la caída...
Intentas reconstruirte,
pero cien años más tarde cuando te estén comiendo las larvas,
te darás cuenta
que sólo te comen lo que palpita.


Escrito en Zainit-Aak.