Mi yo interior insignificante relleno.
Mi yo exterior sarcófago vacío.
Hago café para dos,
todas las mañanas,
y siempre hay una taza
que se enfría.
Esperándote.
Me ensucio la camisa
de moca ardiendo,
de egoismo ajeno
y de ''no estás''.
Me calmo a mí mismo,
mientras me ahogo,
por tener la corbata sangrando,
y el corazón mal anudado.
Vuelvo a la cama,
para comprobar que no has vuelto.
Duermo todo el día y
me despierto de madrugada.
Estampo una piña contra la pared y
mordisqueo los pequeños trozos
que me recuerdan
como estoy por dentro.
Vuelvo a hacer café
todas las noches,
y siempre hay una taza
que no va a provocar insomnio.
Vuelvo a enterrarme
entre sábanas.
Para no dormir.
Para esperarte.
Por si una noche
quieres venir a por piña y café.
No hay comentarios:
Publicar un comentario